
Aquella noche resultó difícil conciliar el sueño. El colchón y la almohada fueron testigo de todos los quebraderos de cabeza que mi mente puso en juego. <
Cuando me levanté, algo en mí hizo que pegase un brinco de la cama. –Ya sé–. Había tenido un sueño de lo más real. Estaba en aquella sala buscando sitio para poder sentarme. Todas las mesas estaban ocupadas, y sólo pude vislumbrar un hueco libre en un pequeño rincón al final de la biblioteca. Muy amablemente, una chica inocente me dijo que me podía sentar.
–Has tenido suerte eh. Es la última silla que quedaba. Y eso que hay 97–.
<< ¿Podía ser que la biblioteca tuviera 97 asientos?>> Me vestí, me asee y después de un rápido desayuno me puse en marcha hacia allí. Debía comprobar si lo que había soñado era
cierto.
2 comentarios:
Hola Rafael, ya te encontré. Me da mucho gusto saber que tienes un blog dedicado a la literatura y a tus experiencias como escritor y poeta.
Este extracto de algo que intuyo es mayor, se lee muy bien, me ha gustado ese estilo ágil y directo que usas.
Espero volver a visitarte.
Qué extraño. Mientras leía me vino a la mente un suelo que tuve hace un par de semanas con unos números, que los tenía nítidos en la memoria hasta bien entrada la mañana, pero hoy se me han olvidado por completo.
Un saludo,
Blanca
Buenas Blanca, un placer tenerte por aquí. Esta microserie la escribo en momentos de descanso de las historias largas. A ver si la puedo continuar, jeje.
Nos leemos =)
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