
De los caminos que susurran las huellas,
Aquellas que ríen cómplices del viento,
Mientras tus risas bailan en árboles caducos.
Estoy sediento de cantar días soleados,
De saborear el hilo entre nuestros oídos.
Harto de desvelos que se desploman
En tazas cubiertas de polvo desdibujado.