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lunes, 4 de julio de 2011

Historia en una biblioteca. Tomo III


Aquella noche resultó difícil conciliar el sueño. El colchón y la almohada fueron testigo de todos los quebraderos de cabeza que mi mente puso en juego. <> –pensé–. La verdad es que aquella sucesión de números escrita me descolocó por completo. ¿Por qué a un estudiante común le había tocado jugar a ese extraño rompecabezas? Dejé de hacer preguntas que parecían complicadas de responder en este momento, para reflexionar sobre qué podía estar pasando en aquella biblioteca. Mientras seguía dándole vueltas, el cansancio por fin venció a los ojos, que quedaron cerrados durante las seis horas que mi despertador me dejaba dormir.

Cuando me levanté, algo en mí hizo que pegase un brinco de la cama. –Ya sé–. Había tenido un sueño de lo más real. Estaba en aquella sala buscando sitio para poder sentarme. Todas las mesas estaban ocupadas, y sólo pude vislumbrar un hueco libre en un pequeño rincón al final de la biblioteca. Muy amablemente, una chica inocente me dijo que me podía sentar.
–Has tenido suerte eh. Es la última silla que quedaba. Y eso que hay 97–.
<< ¿Podía ser que la biblioteca tuviera 97 asientos?>> Me vestí, me asee y después de un rápido desayuno me puse en marcha hacia allí. Debía comprobar si lo que había soñado era
cierto.